
Y cuando uno acompañaba al otro, uno siempre andaba medio dormido, o muchas veces hasta malhumorado pues estaba perdiendo sus preciosas horas de sueño reparador.
Entonces luego de muchos disgustos y discusiones, la alondra y el búho se dieron cuenta, que no era que no quisieran pasar tiempo juntos, sino que simplemente sus reloj biológicos eran diferentes y por eso no podían estar juntos todo el tiempo que querían. Desde entonces, como se querían tanto, el búho dejaba que la alondra cantara por las mañanas y ella dejaba que su querido búho cazara por las noches, y muchas veces, hacían también el esfuerzo de acompañar al otro para disfrutar tiempo juntos, pero sabiendo que su reloj no podía cambiar.